Rosario,
ubicada en la provincia de Santa Fe, a unos 300 kilómetros al noreste
de Buenos Aires, era una ciudad que sufrió mucho durante el año 2001 la
crisis económica de Argentina, con niveles de pobreza alcanza casi al
20% en 2003. Una
de las respuestas del gobierno socialista de la ciudad fue la creación
de una Oficina de Agricultura Urbana, en el Departamento de Economía
Solidaria, iniciando un amplio programa a través de la ciudad que
permiten a las personas cultivar sus propios alimentos. Poco
a poco el programa ampliado y mejorado, con la Oficina de servir como
lugar de encuentro para que la gente venga y pregunte por una parcela de
tierra en su vecindario para cultivar alimentos, recibir las semillas,
así como el apoyo de infraestructura, técnicos y sociales que necesita
para configurar o participar en una parcela del jardín.Facilitado
por el empleo de esta Oficina animado a decenas de personas, Rosario ya
contiene más de 700 jardines comunitarios y cuatro grandes dimensiones
del parque-jardines conocidos como huertas Parque, concretamente
situados junto a las comunidades marginadas, un nuevo modelo en América
Latina (ver imágenes abajo). También
hay cinco mercados en diferentes partes de la ciudad donde la gente
vende las verduras y frutas cultivadas en sus terrazas o cerca de sus
casas a sus vecinos. Una
planta de procesamiento agroindustrial social, también fue creado para
el proceso y puede producir un exceso en los atascos de las personas en
toda la ciudad (foto a la derecha), y en un pueblo de menor escala han
estado haciendo cremas, jabones y productos similares para su venta con
el aromáticas y medicinales plantas que se cultivan.
Iniciativas
innovadoras han sido desarrolladas para apoyar a los agricultores
urbanos, tales como un programa de "bonos verdes" que recoge los fondos
de las organizaciones del sector privado para las escuelas en zonas de
bajos ingresos para redimir a los agricultores y un programa de apoyo
financiero a los agricultores cuyos cultivos se pierden.
Los
agricultores urbanos son la única fuente de productos orgánicos en la
región a precios muy asequibles, y la agricultura urbana ha permitido a
muchos a mantenerse a sí mismos y sus familias desde la crisis económica
afectó a Argentina en 2001. La gente, en esencia, han obtenido, por ahora, el derecho a la alimentación fresca, orgánica y accesible de la ciudad. Lo
ideal sería que empezaremos a ver este tipo de cambio hacia una mayor
producción sostenible de alimentos en otras ciudades de todo el mundo,
pero la pregunta es quién va a facilitar: el gobierno local, como en el
caso de Rosario (también en respuesta a una profunda crisis económica,
ayudando a la gente se reúne sus necesidades básicas) o tal vez las propias comunidades?
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